
Dejarse fluir es dejar que suceda lo que ocurra y que ocurra lo que suceda. Es decir, relacionar las vivencias y experiencias, dejar entrar las sensaciones, expresarse confiadamente y dejar que fluya la energía.
Mirar las emociones, tocar las sensaciones, escuchar la piel con piel, compartir esas vivencias y observarlas con los ojos cerrados de par en par

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